Con la llegada de noviembre, muchas personas notan que su piel comienza a sentirse más tirante, apagada e incluso escamosa. No es casualidad. Este mes marca el inicio del verdadero frío, y con él llegan una serie de cambios ambientales y de hábitos que afectan directamente a la hidratación natural de la piel. A continuación, te explicamos por qué ocurre esto y qué puedes hacer para prevenirlo.
Cambios de temperatura y humedad
Durante noviembre, las temperaturas descienden notablemente, y la humedad ambiental también disminuye. Estos dos factores son claves en la deshidratación cutánea. El aire frío y seco del exterior roba la humedad de la superficie de la piel, y si además pasamos muchas horas en interiores con calefacción, se agrava la situación, ya que el aire caliente y seco también contribuye a la pérdida de agua en la epidermis.
Duchas más calientes, un enemigo oculto
Con el frío, es normal que nos apetezca ducharnos con agua más caliente. Sin embargo, las duchas muy calientes alteran el manto hidrolipídico de la piel, que es la barrera natural que nos protege de la deshidratación. Al eliminar esta capa protectora, la piel se vuelve más vulnerable, pierde agua con más facilidad y se irrita con mayor frecuencia.
Cambios hormonales y estrés estacional
En esta época también es común experimentar cambios hormonales relacionados con la menor exposición solar y el ritmo de vida más acelerado. Estos factores pueden desencadenar brotes de piel seca o incluso afecciones como eccema o dermatitis. Además, el estrés, que suele aumentar con la llegada del fin de año, también afecta negativamente al equilibrio de la piel.
Menor ingesta de agua y frutas
Durante el verano solemos hidratarnos más, tanto bebiendo agua como consumiendo frutas ricas en líquidos. Sin embargo, en otoño e invierno tendemos a beber menos y a cambiar la dieta, lo que también repercute en el nivel de hidratación de la piel desde el interior.
¿Qué podemos hacer para evitar la deshidratación cutánea?
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Usar cremas hidratantes ricas en ingredientes como ácido hialurónico, glicerina o ceramidas, que ayudan a retener el agua en la piel.
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Aplicar los productos inmediatamente después de la ducha, cuando la piel aún está ligeramente húmeda, para mejorar su absorción.
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Evitar el uso de jabones agresivos o exfoliaciones muy frecuentes, ya que pueden dañar la barrera cutánea.
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Beber suficiente agua a lo largo del día, aunque no tengamos sed.
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Utilizar humidificadores en casa, especialmente en habitaciones donde pasamos muchas horas.
Cuida tu piel también en otoño
No esperes a que el frío se instale del todo para cuidar tu piel. Noviembre es un mes clave para reforzar la hidratación y preparar la piel para el invierno. Con una rutina adaptada y los productos adecuados, puedes mantener tu piel saludable, flexible y luminosa durante toda la temporada.
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